Volver a la página principal

domingo, 25 de septiembre de 2016

Hoy puede ser un gran día

Estoy de enhorabuena. Me acabo de percatar. Hoy hace nada menos que 66 años, 3 meses y no sé si 8 ó 9 días que nací. Decía mi madre que cuando mi padre me fue a inscribir al registro, varias semanas después de que ella me hubiera parido, se confundió en la fecha y me registró como nacido un día más tarde. Detalle al margen, tanto si es con 8 o con 9 días, tengo el convencimiento de que hoy es una fecha importante, un día muy especial. Ni voy a cumplir más veces esta edad única ni es un mérito menor cumplir 66 años, 3 meses y 8 ó 9 días. ¡Casi nada! Por eso quiero festejarlo por todo lo alto, que todos se acerquen. Estáis invitados. Quiero que todo el mundo pueda estar a mi lado en esta fecha señalada. Hoy voy a abrir de par en par la ventana para contar lo que veo al asomarme al otro lado y para que todo el que quiera acercarse pueda conocer directamente lo que hay en el interior. 

Cuando uno tiene 66 años, 3 meses y 8 ó 9 días, mira hacia atrás y comprueba que ha realizado múltiples tareas y variopintas actividades para ganarse los garbanzos, desde ordeñar vacas, gestionar un periódico, fotografiar pies de bailarinas, vender biblias a domicilio o aguafuertes de Goya por las embajadas hasta publicar libros, acarretar ladrillos en las obras, hacer cuadros de nudos marineros, escribir artículos de prensa o importar chalecos antibalas. Sin embargo, mi actividad fundamental, en lo que he ocupado la mayor parte de mi tiempo, ha sido en la enseñanza. He dado clases incluso antes de dedicarme a dar clases. Si buscase la auténtica razón por la que he sido catedrático de Administración de Empresas pensaría en el azar y me encontraría sin remedio con mi padre. Un día me enteré que  le hacía ilusión y yo no he sabido ni querido negarle nunca nada a mi padre. 

Para los que no lo sepan tengo que aclarar que hace más de tres años que me he jubilado. Con un tono de optimismo y algo de chulería podría alardear de que estoy hecho un chaval pero el espejo y no pocas evidencias (arrugas, exceso de peso, canas, gatillazos cada vez más frecuentes y pastillas diarias para el colesterol, la tensión y el corazón), me aconsejan no presumir en demasía y aceptar que poco a poco me voy haciendo mayor. Con todo y con eso, mantengo el convencimiento de que aún me quedan muchas cosas por hacer, muchas plazas en las que torear, muchas páginas nuevas por escribir y muchas historias apasionantes por empezar. Y hoy (¡mira tú por dónde!) puede ser el mejor día para empezar a comprobarlo. 

2 comentarios:

  1. Bueno, no sé si al final el día habrá sido tan bueno como habría podido ser, pero yo he pasado un buen rato leyéndote e imaginándote delante del ordenador. Un beso grande desde Fulda

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Lolita. Me alegro de ese buen rato del que has disfrutado y al que en alguna medida he contribuido. Para mí el hecho de haber inaugurado este blog, esta ventana de mis inquietudes al mundo, ya le ha dado un valor más que notable al día.

    ResponderEliminar