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jueves, 18 de octubre de 2018

La hoja roja del librillo

Se ha vuelto a colocar ante mí una frase de Delibes que le robo y que invita al detenimiento: "A mí me ha salido ya la hoja roja en el librillo del papel de fumar... ". Antiguamente, los librillos del papel con el que se liaban los cigarrillos incorporaban una hoja de color rojo que advertía al fumador de que ya se había gastado la mayor parte, se estaban acabando y solamente quedaban disponibles cinco hojas más. Había que empezar a ser cuidadosos a partir de ahí, administrar con tiento las restantes, no desperdiciarlas de cualquier manera. Yo tengo ahora sesenta y ocho años. Sigo pensando que todavía tengo pendientes muchas páginas por escribir pero soy consciente de que solo me quedan cinco hojas de papel en la recámara. Por otra parte, reconozco que las tentaciones van remitiendo mientras las limitaciones crecen progresivamente desde hace ya algún tiempo, que el teléfono suena cada vez menos, que las visitas vienen ahora muy salpicadas y que el cuerpo -claramente- ya no está para grandes aventuras. Quizás es el momento de sentarse a disfrutar más de uno mismo, quizás el momento de ponerse a cuidar con mimo del jardín.

sábado, 12 de mayo de 2018

El camino de vuelta

Hace cerca de dos años el tremendo golpetazo que le propinó la vida lanzó su cuerpo a miles de kilómetros de la normalidad y le dejó completamente conmocionado justo en medio de la nada. Creo que a tan solo unos milímetros de un horrible precipicio. Pero se libró. Desde entonces Ángel camina con tranquilidad exquisita y tesón renacido de vuelta a casa. Ayer estuve con él en un taller de reparaciones de lesionados cerebrales, una especie de gimnasio para fortalecer la masa muscular del ánimo y entrenarse a fondo para recuperar el aliento robado. Los monitores se empeñan en hacerles el boca a boca a las extenuadas conexiones nerviosas de los pacientes y a la vez engrasarles las bisagras del alma, mientras éstos retuercen sus cuerpos endiablados para enseñarles por la fuerza a revivir. Un lugar maravilloso en el que, nada más entrar, llama poderosamente la atención esa intensidad con la que, en medio del silencio, se perciben los latidos de la emoción.